X

El imborrable recuerdo de Fabio Bea: dos décadas después y en medio del juicio por Fernando Báez Sosa

Cada detalle del brutal ataque que sufrió el joven en Villa Gesell remonta a los sanluiseños a lo que pasó el 28 de julio de 2002. Su familia revive con dolor todo lo que nunca logró borrar el tiempo.

Fernando Báez Sosa y Fabio Bea.

por Antonella Camargo

elchorrillero.com

Actualizada: 09/01/2023 22:36

La violenta y fatal agresión que sufrió Fernando Báez Sosa el 18 de enero de 2020 en Villa Gesell conmocionó a todo el país. La brutalidad del ataque lo convirtió en uno de los hechos más trascendentes de la Argentina en los últimos años. Pero lamentablemente no fue el primero ni tampoco el último.

San Luis tiene sus propios antecedentes, el más cercano a la muerte de Báez Sosa había sido el de Matías Auderut, prácticamente un año antes. Pero cuando se habla de ambos casos, la sociedad puntana no puede evitar recordar a Fabio Augusto Bea. Si bien para los más chicos es un hecho desconocido, pero fue uno de los más graves en la provincia.

Todo sucedió el 28 de julio en 2002 cuando el joven de 24 años intentó ingresar al local bailable “La Quinta”, en la ciudad de San Luis. Fue golpeado de forma salvaje por una patota. Sufrió diversas heridas internas y externas. Las más graves fueron en el cráneo y justamente fueron las que apagaron su vida un día después.

El hecho conmocionó de tal manera que hubo marchas multitudinarias en silencio para reclamar justicia y que no hubiera un nuevo Fabio, pero eso no sucedió.

Era un alumno destacado en la carrera de Licenciatura en Ciencias de la Computación en la Universidad Nacional de San Luis. Además, se desempeñaba como consejero-alumno en la Facultad de Ciencias Físico, Matemáticas y Naturales.

“Poseía una inteligencia brillante, le encantaba la polémica en especial de política actual e historia, sobre la cual leía en cuanto momento libre le quedaba luego del estudio de las asignaturas de su carrera universitaria. Desde pequeño aprendió a utilizar computadora, al principio para jugar, pero luego se convirtió en su verdadera vocación”, describieron sus papás Carlos Bea y Martha Jofré, en una carta que data de octubre de ese año.

Tal como lo reflejaron ellos en ese momento, el ataque que sufrió llegó a cada sanluiseño por “la intimidante brutalidad, ensañamiento y alevosía empleada en la agresión”.

La muerte de Fabio desencadenó muchos cuestionamientos y marcó falencias en diversos ámbitos. Entre ellos, las medidas de prevención de los locales nocturnos y del Hospital de San Luis, pero también la inacción de quienes fueron testigos y no hicieron nada para ayudarlo.

Esto último es un patrón que también se repitió en los casos de Auderut y Báez Sosa. Fueron escasas las intervenciones que hubo para frenar la agresión que los estaba llevando a la muerte.

Tras la golpiza a Bea, fue derivado en ambulancia al Policlínico Regional, pero luego fue dado de alta. Le dieron la recomendación de hacer reposo y que si sentía dolor de cabeza tenía que tomar una aspirina. Cuando su estado de salud se agravó, la familia lo llevó a una clínica privada, donde tras estudios constataron un traumatismo cráneo encefálico severo.  Así comenzó a transitar los últimos momentos de su vida.

Por el crimen, la Justicia condenó a Javier Ontivero a 20 años de prisión. Pero luego hubo una revisión que llevó esa pena a los 10. En 2011 quedó en libertad.

Para la familia, falló la Policía y la Justicia de San Luis. No sólo que la resolución era insuficiente, sino que además nada podía devolverle a su hijo.

En 2020, cuando el caso de Fernando en Villa Gesell llegó a cada hogar del país, el de Carlos Bea no fue la excepción.

“Cuando me enteré lo que le pasó al chico Báez, volví a revivir todo lo que pasó en aquel momento”, expresó por aquel entonces.

Pero encontró una diferencia, la que le dio la esperanza de que la condena a los ocho rugbiers implicados pueda ser diferente a la que le tocó vivir a él: “Ahora hay un nuevo Código Penal y todos podrán recibir una condena perpetua”.

Carlos reconoció que más allá del paso del tiempo, hay condiciones que no cambiaron, persiste la violencia en las noches y por eso hubo nuevas víctimas, como Auderut y Báez Sosa.

Planteó la responsabilidad de las autoridades por una “falta de acción” para prevenir este tipo de episodios. Además, tuvo en cuenta el rol de cada familia en el hogar, para que esto no se repita más.

Fabio ya no está, tampoco Fernando, pero para ambas familias la única luz está puesta en la Justicia. Una condena acorde a la legislación y a lo que hicieron será para ellos un alivio, que no les devolverá a sus hijos, pero que los dejará descansar en paz y marcará que los asesinatos no quedaron impunes.

PUBLICIDAD

EN PORTADA EL CHORRILLERO

SUBIR